Con poco más de 21 años, Gino Tubaro se ha convertido en inventor autodidacta, emprendedor multipremiado y alma solidaria , al punto que el propio expresidente Barack Obama lo reconoció en su última visita a Argentina por distribuir en forma gratuita más de 500 prótesis para manos y brazos hechas íntegramente con impresoras 3D. Tubaro es hijo de la educación pública argentina, pero lo es también de Marta, una luchadora que apenas gana lo suficiente para vivir con un trabajo en un locutorio y nunca dejó de acompañarlo.

Gino repite números de autobuses como si se tratase de su propio código genético. El 42, el 118, el 70. Son las líneas en las que viajó durante horas –en ocasiones solo, en otras con su mamá- para formarse como inventor, un oficio muy difícil de desarrollar en Argentina, donde casi no existe un mercado de capitales que facilite la financiación de proyectos. “Nací en Pompeya y en mi barrio hay chicos que ni siquiera podían hacer la escuela tradicional, pero mi vieja se rompió el lomo para que yo pueda estudiar”, dice.

En 2014 entregó la primera mano, cuando todavía no había terminado el secundario; hoy tiene más de 3.500 pedidos. El joven inventor liberó los planos para que cualquiera puediese imprimir su prótesis y el diseño ya tuvo más de 1.000 descargas. “Yo solo no lo puedo cumplir, lo que estoy haciendo es automatizando los pedidos como para poder llegar a entregar 1.000 más”, explica. Hace tres años, Tubaro fue seleccionado como uno de los 10 jóvenes más sobresalientes en Argentina por parte de JCI TOYP, un programa internacional que destaca a personas de entre 18 y 40 años por su excelencia en sus campos de trabajo, por sus logros personales, por su labor comunitaria y aporte a la sociedad. Pero su historia comenzó mucho antes.

“A los 16 años armé mi primera impresora 3D”, cuenta Gino, quien hizo la educación primaria en el Instituto Bernasconi, una escuela pública modelo de la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires. Pero no fue su primer invento. Con una botella y cuatro frascos armó un almacenador de canicas; con un sifón de soda al que le cortó la base, aprovechó el mecanismo para hacer un trompo. También desarmó un parlante de un minicomponente y con el imán, un cartón y un hilo fabricó un recolector de basura de metal que no necesitaba de la electricidad. Hizo un transformador de energía que con una estaca en la tierra capturaba distintas ondas y lo transformaba en energía y un instrumento musical para ciegos.